Más vale diablo conocido, que santo por conocer: Atrapados en ambientes tóxicos de trabajo
- Matías Velasco
- 7 ago 2023
- 3 Min. de lectura
¿Alguna vez te has encontrado atrapado en un trabajo que afecta tu salud y bienestar?
¿Te ha pasado que, incluso sabiendo que te estás haciendo daño, no puedes tomar acción?
¿O quizás, no te diste cuenta hasta que un evento médico o psicológico hizo sonar la campana de alerta?
Muchos de nosotros nos enfrentamos a ambientes laborales estresantes o tóxicos, pero la pregunta es: ¿por qué seguimos allí?
Basado en mi experiencia clínica, organizacional y en la literatura, intentaré describir algunas de las variales más comunes que nos mantienen atrapados en ambientes laborales tóxicos.
¿Te resuena en algo?
La primera razón que podemos atender, y que tiene una gran fuerza, es la necesidad económica. Es comprensible que esta necesidad nos lleve a mantenernos en trabajos que no nos hacen sentir bien, al menos hasta cierto punto. A veces, hay trabajos tan bien pagados, que en nustra mente podrían incluso justificar "cierto nivel de daño". En otros casos, parece ser más una especie de callejón sin salida. ¿Cómo abandonar el trabajo, aunque me haga mal, si necesito el dinero para sobrevivir?.
Por otro lado, el estrés y el agotamiento que experimentamos en trabajos exigentes o tóxicos pueden ser tan abrumadores que nos quedamos atrapados en ellos. Renunciar y buscar un nuevo trabajo puede parecer una tarea titánica en medio de la fatiga física y psicológica. A menudo, la comodidad de lo conocido supera la incertidumbre de lo desconocido. Además, abandonar un trabajo tóxico implica enfrentar condiciones económicas inestables durante el proceso de cambio, lo que puede disuadirnos de buscar una alternativa. Como se dice, "más vale diablo conocido, que santo por conocer"
Adicionalmente, sabemos que hay trabajos demasiado exigentes o ambientes muy demandantes que pueden enfermarnos -quizás no de inmediato, pero en un tiempo más- pero el hecho de poder tolerar un trabajo así nos da cierto poder y estatus. Claramente, no todos están hechos para trabajos así de exigentes! Solo unos pocos tienen la madera para soportar ese tipo de vida, lo que lleva a la distorcionada idea de que soportar condiciones tóxicas que nos enferman es una especie de reaseguro de un valor personal y profesional de alta calidad. Solo unos pocos, una elite, podría soportar esto. ¿Eres tu lo suficientemente bueno para soportarlo?
También está el hecho de que a veces, somos demasiados competitivos, y a toda costa queremos sobresalir frente a otros, en busca de asegurar cierta valoración personal. En esta línean, nuestro orgullo nos puede jugar una mala pasada también en otro sentido: nos impide admitir que un trabajo nos está afectando negativamente. Tememos que dejarlo sea una muestra de debilidad o incompetencia, o directamente sea percibido como un fracaso. El miedo al fracaso nos hace resistir el cambio y quedarnos en situaciones incómodas.
Por otro lado, cuando tomamos decisiones difíciles, como aceptar un trabajo desafiante, o elegimos un lugar de trabajo, tendemos a justificarlas para mantener nuestra coherencia. Sin embargo, esto puede llevarnos a mantenernos en trabajos que no son adecuados para nosotros, incluso cuando sabemos que deberíamos buscar una alternativa más saludable.
Sentimos la presión de demostrar que podemos manejar cualquier dificultad y, a veces, preferimos luchar en silencio antes que admitir que necesitamos un cambio.
En otras oportunidades, llegamos a la idea de que sólo ahí, haciendo lo que hacemos, podemos sacar uestro máximo potencial. Nos acostumbramos tanto a hacer lo que hacemos, que perdemos la esperanza de que podemos hacer algo igualmente valioso en otro lado. O bien, creemos que cualquier cambio que hagamos, será a costa de perder parte de nuestros atributos personales.
Con frecuencia pensamos que ciertas condiciones de trabajo son aceptables, aunque no lo sean. El hecho de que muchos lo soporten, parece ser una razón suficiente para hacerlo nosotros. Aceptar que merecemos un trabajo que nos haga sentir bien es el primer paso para liberarnos de esas cadenas. Es curioso que ante ideas como "estos trabajos son así" o "en esta industria no se puede hacer distinto", siempre hay alternativas menos perjudiciales que otras. Dicho esto, la trampa de que no podemos elegir es una condena de muerte: Poder de elegir nuestro camino. No estamos condenados a permanecer en ambientes tóxicos. Podemos tomar decisiones que cuiden de nuestra salud emocional y física.
Si te sientes atrapado en un trabajo tóxico, es momento de actuar, antes de que algo te pase. No esperes ese momento. Busca apoyo en amigos, familiares o mentores que te ayuden a explorar nuevas oportunidades laborales. No tengas miedo de buscar un cambio que te permita crecer y alcanzar tu máximo potencial, sin perjudicar tu salud en el camino.
Si estas reflexiones te hacen sentido, te invito a que conversemos!
Puedes contactarnos a través del formulario de contacto de nuestra web.

Comentarios